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Por Felipe Vega, fundador y director general de CECANO Latinoamérica, empresa de capacitación para Organizaciones No Gubernamentales y otras figuras no filantrópicas.

Existe una tendencia un tanto imperceptible: el viraje de una feroz competencia a la consolidación de ecosistemas empresariales. La colaboración a largo plazo, un sistema impulsado por las ONG ahora se extiende a diversos sectores económicos.

La iniciativa Ciencia de la Generosidad de la Universidad de Notre Dame define el concepto de generosidad como “la virtud de dar cosas buenas a los demás de forma libre y abundante”. Esto a través de recursos como atención, tiempo y disponibilidad.

Un equipo de la Escuela de Negocios Macquarie en Sydney, Australia, que entrevistó a 800 gerentes que trabajaban en ecosistemas en Sydney y Silicon Valley y descubrió que los sistemas generosos, aquellos que compartían información y recursos de manera más abierta, generaban una ventaja competitiva significativamente mayor (medida por grados de innovación, eficiencia, calidad, y capacidad de respuesta) que los que no lo hicieron.

En suma: la generosidad suaviza las relaciones humanas y representa más del doble de la ventaja competitiva que se obtiene al solo tomar recursos de los socios comerciales.

Hoy la generosidad puede ser una herramienta tan poderosa como la competencia estratégica directa. La generosidad es un valor compartido entre todos los actores de un ecosistema para servir mejor a los usuarios finales. Esto no es una utopía o buen deseo. La práctica corporativa la avala.

¿Se puede sistematizar la generosidad? Se pueden generar alcances significativos con estas acciones:

Propósito. Tener un propósito claro y acordado tiene una correlación directa con la colaboración y la confianza. Esto porque apoya acuerdos relacionales que son difíciles de describir en contratos reales de trabajo o de asociación.

Límites flexibles. Básicamente, esto significa ser capaz de identificar rápidamente quiénes son los cooperadores en el ecosistema y quiénes son los desertores. Los jugadores exitosos actualizan sus redes con frecuencia y dinámicamente, rompiendo vínculos con desertores y formando nuevos vínculos con cooperadores.

Seguimiento de la generosidad. Es difícil medir la generosidad en ecosistemas con miles de jugadores. Algunas métricas clave son esenciales, incluyendo si los participantes están extrayendo su parte justa de los beneficios del ecosistema.

Gobernanza. Establecer un marco de gobernanza que propicie la generosidad. Por ejemplo; compartir información, decisiones conjuntas, recopilación de datos y desarrollo conjunto de acciones o planes para responder a un problema.

Ahora, introducir la generosidad como parte de un ecosistema requiere que los colaboradores aborden desde el principio el tema del propósito y diseño organizacional. También deben encontrar formas de hacer un seguimiento de la salud del ecosistema, más allá de la de cualquier negocio. Es posible que la generosidad aún no se utilice como una herramienta organizativa tanto como su potencial sugiere que debería, al menos por ahora, pero escala ya en la agenda del estratega.

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