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Por Luis Martínez Alcántara

Este fin de semana, millones de personas participaron en el denominado No Kings Day, una jornada de protestas coordinadas en más de dos mil ciudades de Estados Unidos. Contra el uso militar en su desfile del Día de la Bandera y el cumpleaños número 79 de Donald Trump, manifestantes tomaron calles desde Phoenix hasta Nueva York para denunciar lo que consideran autoritarismo y excesivo despliegue de fuerzas militares en territorios civiles.

Ante la magnitud de las protestas, Trump reaccionó declarando que intensificará las redadas migratorias en ciudades con gobiernos demócratas, especialmente Los Ángeles, Chicago y Nueva York. Ordenó al ICE aumentar las detenciones diarias a tres mil personas, con el objetivo de ejecutar lo que llamó “el mayor programa de deportación masiva de la historia”. Según sus declaraciones, estas ciudades protegen a millones de inmigrantes indocumentados.

En Los Ángeles, donde se desplegaron cuatro mil miembros de la Guardia Nacional y setecientos marines, ya se reportan más de quinientos arrestos. Las incursiones se han extendido a mercados, iglesias, escuelas y espacios públicos. Estas acciones generaron nuevas protestas, algunas de las cuales terminaron en enfrentamientos con la policía y más detenciones de manifestantes, agravando el ambiente de tensión social.

El gobierno justificó la medida al afirmar que los demócratas manipulan el sistema migratorio para asegurarse votos, al proteger a los indocumentados. Sin embargo, críticos advierten que estas acciones podrían perjudicar sectores económicos clave como la agricultura y la hostelería, que dependen de mano de obra migrante. Además, denuncian que el uso de cuerpos de seguridad con fines políticos pone en riesgo el orden constitucional.

Líderes locales han comenzado a interponer demandas federales, especialmente en California, para frenar lo que consideran un uso desproporcionado de la fuerza. Al mismo tiempo, organizaciones civiles organizan redes de apoyo para proteger a las comunidades migrantes. Las movilizaciones no cesan, y el No Kings Day podría marcar el inicio de una resistencia sostenida frente a las políticas migratorias de Trump.

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