
Por Monserrat Californias
Renata Zarazúa se convirtió este 30 de junio en la primera tenista mexicana en ganar un partido en Wimbledon desde Angélica Gavaldón en 1995. La jugadora capitalina superó con contundencia a la veterana belga Yanina Wickmayer por 6-0 y 6-3 en la primera ronda, marcando un triunfo que quedó grabado en la memoria de México.
Como mujer y deportista de élite, Zarazúa no solo impuso su fuerza física en césped, sino también su carácter. Su victoria —nítida y autoritaria— demostró que la tenacidad y el talento femenino mexicano pueden sobresalir en los torneos más exigentes del mundo. A sus 27 años, se alza como inspiración para miles de jóvenes atletas que ven en ella un modelo de perseverancia y orgullo nacional.
Este triunfo trasciende el marcador: representa un impulso al tenis mexicano y una señal de que la historia puede escribirse de nuevo. Además del éxito individual, Renata integra la primera dupla femenina totalmente mexicana en el cuadro principal de dobles de Wimbledon junto a Giuliana Olmos, consolidando una presencia inédita en la “catedral del tenis”.
Para México, ver a una mujer triunfar en este escenario renueva la esperanza y la visibilidad del deporte nacional. La victoria de Zarazúa llega en un momento en el que el país anhela referentes internacionales con los cuales identificarse. Su paso a segunda ronda envía un mensaje claro: el talento mexicano es competitivo y está listo para brillar en cualquier superficie.
Ahora, la atención se vuelve a la siguiente rival, la ganadora entre Yulia Putintseva y Amanda Anisimova. Sea quien sea, Renata enfrentará el desafío con la confianza y el coraje que la llevaron a romper la racha de 30 años sin triunfo mexicano en Wimbledon. Su hazaña ya es parte de nuestra historia deportiva.