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Por Luis Martínez Alcántara

La Misa de Bienvenida del Jubileo de los Jóvenes se celebró en la Plaza de San Pedro del Vaticano, presidida por Monseñor Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización. El acto congregó a cientos de miles de jóvenes provenientes de más de 140 países que llegaron a Roma para celebrar el Jubileo de la Esperanza. Fue un momento de entrada solemne y emotiva al ciclo especial dedicado a la juventud.

En su homilía, Fisichella recordó el evangelio de María y Marta y afirmó que “la fe es una elección de libertad”. También señaló que Jesús viene al encuentro de quienes lo buscan, destacando que muchos jóvenes “han hecho grandes sacrificios para estar aquí”. Subrayó que la fe consolida cuando se vive como acción concreta: servir al pobre, visitar al enfermo y trabajar por la justicia.

El Jubileo de 2025, convocado por la bula Spes non confundit (La esperanza no defrauda o La esperanza no confunde), invita a los fieles a ser “peregrinos de la esperanza” y a involucrarse en temas como migración, pobreza, juventud y cuidado de la creación. Este Año Santo será una oportunidad para obtener indulgencias plenarias y vivir un tiempo de renovación espiritual para más de 30 millones de peregrinos esperados.

La apertura oficial del Jubileo de los Jóvenes marca el inicio de múltiples encuentros espirituales y culturales que se extenderán hasta el 3 de agosto. El viernes 1 será la Jornada Penitencial en el Circo Máximo, seguida de una vigilia en Tor Vergata y la misa solemne liderada por el Papa León XIV el sábado y domingo.

Durante la misa inaugural, los jóvenes alzaron sus voces en un grito por la paz: “¡Queremos la paz en el mundo!”, respuesta directa al llamado del Papa quien los animó a ser testigos de Cristo en sus comunidades. Fisichella destacó la presencia de peregrinos de zonas de conflicto como Ucrania y Palestina, subrayando el valor de la fraternidad global.

Este evento marca un momento clave dentro del Jubileo de la Esperanza, en el que los jóvenes en Roma se han convertido en símbolo de fe activa, solidaridad y compromiso global. Su participación destaca el papel central que la juventud jugará durante los próximos días como portadores de esperanza y transformación.

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