gobierno-de-calidad_ok

Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.

Las instituciones de educación superior permanecen a la vanguardia en la adopción de medidas para fomentar la diversidad e inclusión.

Incluso generan sesiones de capacitación sobre sesgos implícitos, pero permanecen brechas considerables. Las tasas de inscripción y finalización de la universidad para los estudiantes negros e hispanos en Estados Unidos son mucho más bajas que para sus contrapartes blancas o asiáticas. La matrícula de estudiantes procedentes de pueblos originarios es menor en México.

Pero existe un área donde los sesgos y discriminación es más notable: la experiencia del estudiante en sí. Los estudiantes de grupos minoritarios reportan un menor sentido de pertenencia en las escuelas de cuatro años.

La composición del profesorado también muestra sesgos: Las mujeres representan solo el 33 por ciento de los profesores de tiempo completo.

Hay evidencia del sector empresarial de que priorizar la diversidad y la inclusión como un valor central es una buena gestión. Las empresas con diversidad étnica y de género tienen 36% y un 25%, respectivamente, más probabilidades de tener una rentabilidad superior a la media.

Los esfuerzos actuales de diversidad e inclusión en la educación superior son necesarios pero insuficientes.

Por lo tanto, los líderes deben actuar con un sentido de urgencia, buscar oportunidades para fortalecer la diversidad y la inclusión en sus instituciones, desde el rediseño del reclutamiento de estudiantes hasta la actualización de la medición del desempeño de los profesores.

En las instituciones de educación superior debe considerarse el importante rol que los profesores subrepresentados a menudo desempeñan en la tutoría.

También estos maestros son trascendentales por las experiencias sociales y académicas y el éxito de posgrado.

Para ello, es posible que se requieran nuevas iniciativas estratégicas y medidas de rendición de cuentas, como compartir el desglose de los nombramientos de titulares por origen étnico y crear programas para fomentar oportunidades de diálogo intergrupal y promover el entendimiento entre razas.

En cuanto a la equidad de género, deberán buscarse mayores perspectivas de participación e inclusión en la conformación de catedráticos, pero también en alentar la participación de estudiantes en la investigación, clases extracurriculares, certámenes y otros.

El imperativo de diversidad e inclusión debe ser parte fundamental de la vida en las aulas y fuera de ella. Las universidades deben mantener su supremacía en prácticas y políticas de transversalidad en oportunidades, reconocimiento y participación de todos. La universidad es la semilla de la pluralidad social.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *