A 35 años de su fundación, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha venido cayendo estrepitosamente y se perfila a consolidar su extinción como resultado de la elección del pasado domingo 2 de junio.
El cierre del conteo preliminar del Instituto Nacional Electoral (INE) es elocuente, con el 95% de las actas computadas se anticipa que el partido del Sol Azteca, quien fuera durante décadas la referencia de la izquierda mexicana, pierda el registro nacional y con ello desaparezca del mapo político nacional.
En la elección de este domingo apenas lograron el 1,9% para la presidencia, el 2,3% para el Senado y el 2,% para la Cámara de Diputados. No alcanzan en ningún caso el 3% de los votos que se requiere para continuar figurando en el mapa como una opción electoral.
El partido del Sol Azteca, cuna de muchos de los liderazgos de Morena, entre ellos el presidente Andrés Manuel López Obrador y las virtuales ganadoras de la contienda, Claudia Sheiunbaum y Clara Brugada, como presidenta de la República y jefa de Gobierno de la CDMX, respectivamente, perdió el músculo político que lo llevó, por ejemplo, a desbancar al PRI en la capital hace más de 25 años.
Con los resultados electorales de este domingo se pronostica que alcancen dos curules en la Cámara de Diputados y nada más.
Aún falta el conteo distrital que inicia mañana miércoles, a partir de las 18:00 horas, sin embargo, no se vislumbran resultados que cambien el rumbo perredista.
La última desbanda en enero pasado anunciaba el principio de la hecatombe de la formación política fundada el 5 de mayo de 1989 por figuras como Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo (finado), entre otros.
En menos de 12 horas, tres legisladores renunciaron a las filas perredistas: Luis Espinosa Cházaro, coordinador en la Cámara Baja; Marcelino Castañeda y Laura Fernández. Con ello, la ya disminuida bancada amarilla, de apenas 15 integrantes, equivalentes al 3% del legislativo, se redujo a 12.
En ese momento el dirigente perredista, Jesús Zambrano, optó por minimizar las renuncias. Los perredistas que abandonaban el barco lo acusaron de entregar las candidaturas al PAN y PRI como parte de la coalición opositora, dejando fuera a los liderazgos del perredismo, pero asegurando su propio lugar en el legislativo.
Hoy la crisis amenaza con dejar al partido sin registro cuando hace menos de un mes celebraba 35 años de vida (5 mayo 1989).
“Como PRD estamos orgullosos de haber abierto la brecha para que en México hubiera una democracia madura que hoy está en riesgo de retrocesos”, fue la publicación de Zambrano el 5 de mayo en su cuenta de X, antes Twitter.
En los últimos nueve años, la formación se ha ido disminuyendo devorada por las llamadas tribus que han sido responsabilizadas de la caída. Nueve años atrás, en 2015, inició la precarización, cuando tres años antes López Obrador ponía su renuncia en la mesa del partido que fundó, dirigió y que por partida doble lo llevó a competir por la presidencia de México, en 2006 y 2012.
La primera desbandada se produjo en ese momento, en septiembre de 2012. El hoy presidente mexicano dejó atrás 23 años de militancia para fundar Morena, primero como organización, luego como partido. Muchos siguieron al tabasqueño: Pablo Gómez, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard, Rosa Icela Rodríguez, Sheinbaum y Brugada.
De ahí comenzó una guerra entre el mandatario y los liderazgos que se quedaron en su antiguo partido, el grupo conocido como Los Chuchos (Jesús Ortega y Jesús Zambrano, entre otros).
La firma del llamado Pacto por México en diciembre de 2012, luego de la elección que no le fue favorable a López Obrador, terminó por romper los lazos, aunque la estructura del PRD ya se había transfigurado del amarillo al guinda obradorista, que no tardó en obtener registro como partido.
Los líderes nacionales del PRI, PRD y PAN (las fuerzas políticas tradicionales) y el recién electo presidente, Enrique Peña Nieto, posaban para la foto mientras suscribían el llamado Pacto por México, un acuerdo inédito entre todos los partidos para abrir la puerta a un ambicioso paquete de reformas del gobierno priista recién elegido.
Las confrontaciones continuaron, el tabasqueño criticó que la dirigencia del Sol Azteca dejaba de estar a la altura de las circunstancias del país.
Camino a las elecciones de 2018, López Obrador lanzó un ultimátum al PRD, PT y MC: declinar en las elecciones de 2017 por los candidatos de Morena en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz o, de lo contrario, no habría acuerdo para ir en coalición en las presidenciales.
No obtuvo respuesta. Después de eso, su triunfo electoral terminó de cerrar las puertas del partido al que le pedía romper con el priismo. “Si quieren la unidad para 2018, que ya se deslinden del PRI, que se deslinden de Enrique Peña Nieto en el Estado de México”, declaró en mayo del 2017.
En 2022, los líderes del PAN y del PRI acordaban una alianza histórica con el PRD. “¡Hay tiro para el 24, les vamos a ganar!”, sentenciaron Marko Cortés, Alejandro Moreno y Zambrano, respectivamente.
La naciente coalición opositora Va por México pretendía unir fuerzas para enfrentar a Morena en los comicios de 2024. Este domingo su pronóstico se derrumbó con los resultados que han sentenciado al PRD a su muerte política.
Por Abel López Jiménez.