Por Luis Martínez Alcántara
La reciente decisión de Kim Jong-un de prohibir los hot dogs y el divorcio en Corea del Norte generó un debate sobre las políticas del régimen. Según informes, la prohibición de los hot dogs se justifica como parte de un esfuerzo por frenar la influencia cultural extranjera, especialmente de Occidente y Corea del Sur. El líder norcoreano considera que estos alimentos representan una amenaza a la cultura local y a los valores socialistas que intenta promover en su país.
En el caso del divorcio, aunque esta práctica ha sido legal en Corea del Norte, las nuevas medidas son drásticas. Las parejas que se divorcian pueden ser enviadas a campos de trabajo forzado, lo que refleja la intención del régimen de mantener la unidad familiar como un pilar fundamental para la estabilidad social. Kim Jong-un expresó su preocupación por la baja tasa de natalidad en el país y ha instado a las mujeres a tener más hijos, vinculando este tema con el divorcio y la disolución de familias.
Estas prohibiciones son parte de un patrón más amplio de control social que busca erradicar cualquier influencia externa que pueda amenazar el régimen. En años recientes, Kim ha intensificado sus esfuerzos para eliminar elementos culturales considerados “antisocialistas”, incluyendo películas, música y estilos de vida que no se alinean con la ideología del Partido de los Trabajadores. La prohibición de los hot dogs es solo una manifestación más de esta estrategia.
El régimen norcoreano implementó severas sanciones para quienes infrinjan estas nuevas leyes. Aquellos sorprendidos vendiendo o cocinando hot dogs enfrentan castigos severos, incluyendo trabajos forzados en campos de reeducación. Este enfoque punitivo tiene como objetivo disuadir cualquier comportamiento considerado subversivo y reforzar el control estatal sobre la vida cotidiana.
Las recientes prohibiciones impuestas por Kim Jong-un reflejan una estrategia más amplia para consolidar su poder y controlar la sociedad norcoreana. Al prohibir tanto los hot dogs como el divorcio, el régimen busca no solo preservar su ideología, sino también moldear la cultura y las dinámicas familiares en un contexto donde la influencia externa es vista como una amenaza existencial.