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Por Luis Martínez Alcántara

 

Un trágico y escalofriante incidente tuvo lugar en el metro de Nueva York el domingo 22 de diciembre de 2024, cuando una mujer fue quemada viva tras un ataque premeditado por parte de un hombre que, según las autoridades, es un inmigrante guatemalteco.

 

La víctima, cuyo nombre aún no ha sido revelado, se encontraba en un tren detenido en la estación Coney Island-Stillwell Avenue cuando el agresor se acercó a ella y le prendió fuego a su ropa con un mechero. Este acto violento ha sido calificado por la comisionada de policía Jessica Tisch como “uno de los crímenes más depravados que una persona puede cometer”.

 

El ataque ocurrió alrededor de las 7:30 a.m. mientras la mujer aparentemente dormía en su asiento. Testigos y videos de seguridad muestran al agresor, identificado como Sebastián Zapeta-Calil, de 33 años, acercándose tranquilamente a la víctima antes de iniciar el fuego. En cuestión de segundos, su ropa se convirtió en una bola de llamas, y aunque los agentes del metro intentaron extinguir el fuego rápidamente, la mujer fue declarada muerta en el lugar debido a las graves quemaduras sufridas.

 

Las autoridades han confirmado que Zapeta-Calil ha estado residenciado en Estados Unidos durante varios años, aunque no se han divulgado detalles sobre su estatus migratorio exacto ni si enfrentará cargos específicos por el crimen. La policía detuvo al sospechoso poco después del incidente en otra estación del metro, donde fue reconocido por varios ciudadanos que habían visto imágenes del ataque. La identidad de la víctima sigue siendo un misterio, ya que su cuerpo quedó “totalmente calcinado”, lo que ha dificultado su reconocimiento.

 

El caso ha generado una gran conmoción en la comunidad neoyorquina y ha reavivado el debate sobre la seguridad en el transporte público y la violencia relacionada con la inmigración. Algunos analistas sugieren que este tipo de incidentes puede influir en las percepciones públicas sobre los inmigrantes, especialmente en un contexto político donde se asocia a los migrantes con el aumento de la criminalidad. Sin embargo, las autoridades han enfatizado que no hay evidencia que sugiera que este ataque esté relacionado con un patrón más amplio.

 

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